La situación de los precios en las pizarras del campo se empieza a poner dura
La bajada de algunos
productos como pepino
Almería, calabacín o berenjena y las
altas temperaturas han hecho saltar
las alarmas sobre una eventual e incómoda
bajada de las cotizaciones en el
inicio de la actual campaña agrícola.
¿A qué se debe tanta alarma? Se debe
fundamentalmente a una descontrolada
subida de costes que están haciendo
dudar al productor de la rentabilidad
de algunos de sus productos.
De no haber subido tanto los costes
estaríamos ante un episodio de precios
vivido con anterioridad en muchas
ocasiones en el campo almeriense,
pero en esta temporada agrícola
no tiene nada que ver con ninguna
dada anteriormente por algunos factores
que hay que tener en cuenta y
que enumeramos a continuación.
En primer lugar el precio de los
abonos se ha disparado por la crisis de
la Guerra de Ucrania y su valor se ha
multiplicado hasta por cinco, según
cuentan algunos agricultores. El precio
de la energía ha incrementado la
factura de la luz y a su vez se ha disparado
el precio del agua de riego que
necesita el fluido eléctrico para extraerla
del subsuelo y distribuirla por
los sistemas de riego de los invernaderos.
Los derivados del petróleo
igualmente se han encarecido empezando
por el gasóleo y continuando
por el plástico que se usa en el campo.
Además de todo esto, la situación
general de los subsectores que cohabitan
con el productor también ha
incrementado el coste de sus servicios
por padecer una situación parecida
al del productor con elevados
costes en combustibles, financiación,
energía y un largo etc.
A todo esto hay que sumar que la
elevada inflación que padece toda
Europa nos convierte a todos en algo
más pobres y por lo tanto las posibilidades
de pagar productos del campo
algo más caros cada vez es más reducida.
Con todo esto, los 40 céntimos por
un kilo de pepino Almería, o los 30
céntimos de euro por un kilo de calabacín
ya no son suficientes para que
un agricultor pueda mantener la cosecha
en espera de una recuperación
de cotizaciones que le vuelva a dar la
rentabilidad suficiente para vivir de
su trabajo.
Los días de calor que estamos viviendo
en este final de octubre no invitan
a pensar que los precios actuales
se puedan mantener. Quizá la
llegada de la lluvia y una notable bajada
de temperaturas hubiera sido lo
más conveniente, pero de momento
no ha sido así.
Los repentinos cambios en cuanto
a los precios de las hortalizas lastran
mucho al productor que termina
afrontando un panorama incierto en
el que no sabe actuar y casi siempre
acaba perdiendo dinero. Hace unos
días en la feria de Fruit Attraction parecía
que no iba a haber hortalizas
para todos los compradores que se
acercaban a los stands de las empresas
almerienses y apenas 20 días después
los precios han entrado en una
espiral de pérdida muy preocupante
y aquellos compromisos de feria han
quedado en agua de borrajas, algunos
de ellos.
No obstante, a diferencia de otros
años, creo que el productor va a tener
menos paciencia con las cosechas no
rentables y las quitará del invernadero
muy a pesar de haber realizado la
inversión necesaria para poder recolectar
sus frutos. Así las cosas, si la
gran distribución no termina de leer
la realidad de los productores almerienses
es posible que finalmente padezca
la falta de hortalizas que tanto
temió en la pasada feria agrícola de
Madrid.
Esperemos que cada parte involucrada
en el negocio de la alimentación
hortícola sepa entender la situación
general que estamos padeciendo
todos y nadie se vea abocado a una
crisis que no pueda soportar. Las hortalizas
hay que pagarlas, para que a
su vez, el productor pueda pagar
agua, abono, combustibles, energía,
plásticos, semillas y demás elementos
que influyen en la producción de estos
alimentos.
Conociendo el campo almeriense,
se puede asegurar que los productores
no van a pagar 60 céntimos por
kilo para cobrar 40, antes arrancan la
plantación.
José Antonio Gutiérrez Escobar